Para nadie es un secreto que estamos inmersos en una sociedad hiperconectada, la cual ha cambiado la manera en la que vivimos. Los avances tecnológicos se han integrado al mundo físico, modificando lo que vemos, pero también lo que no vemos: el universo mental, el cerebro. Así es como el mundo se ha dividido en dos actos y ahora sabemos que la transformación digital es inminente, pero ¿estamos realmente preparados para incorporarla? La clave está en la neuroplasticidad. Daniel Sánchez Paz y Miño, Director de Brain Solutions Latam, en el más reciente programa de #KmaleónExponencial nos habló un poco más del tema.
Con un breve recorrido histórico, Daniel empezó la charla: “la digitalización ha tenido un crecimiento exponencial, pero muchos no dimensionan todo lo que ha logrado”. Esta ha abarcado grandes realidades a través de los años. En el 90, llegó la primera fase tecnológica, en la que había recursos que se limitaban a mostrar el pasado, por ende, el acceso a los datos y a las realidades era muy limitado. La segunda etapa empezó en el 91 y, con la llegada del internet, ya se podía visualizar información del presente.
Para el 2016, apareció el big data y se inició una nueva revolución informática con grandes hilos de información, cruzados con algoritmos de inteligencia artificial. En este punto, los gerentes dejaron de acumular información, pues empezaron a obtener datos con ayuda de herramientas tecnológicas, para luego construir un futuro y direccionar a la empresa.
Antes de la COVID-19, se esperaba que, para el 2023 o 2025, se originara una nueva era digital, sin embargo, tras la aparición de la pandemia, esta se aceleró. Así que en el 2020 surgió la digitalización, con mucha más información, que incomodó al cerebro y lo obligó a tener que adaptarse a una nueva realidad.
El cerebro aún no está preparado para esto
Existe una descompensación entre la cantidad de información y el cerebro, lo que genera procesos degenerativos en este último, por eso es importante entrenar el cerebro. ¿Y esto cómo se logra? Daniel explica que es necesario enfocarse en el lóbulo frontal, pues este es el que procesa los datos.
Estamos acostumbrados a memorizar, pero con un mercado tan dinámico es necesario aprender a escoger palabras claves que nos permitan entender mejor cada contexto. El primer paso para llegar a esto es tener un objetivo claro, luego es importante ahondar en las emociones: ¿qué son y de dónde vienen? Estas son el resultado de una sensación, de un recurso externo que se percibe a través del sistema nervioso y vienen de un proceso en el que el cerebro capta información de la memoria (expectativa) con lo que ve (realidad). En este sentido, puede que la realidad supere la expectativa o viceversa. Y, por último, es necesario comenzar un proceso consciente, en el que se revisen las expectativas, para poder administrar la realidad y se generen impactos distintos a través de una decisión. De esta manera, se estará construyendo un pensamiento asertivo y organizado, con conceptos de inteligencia emocional.
Asimismo, para potenciar la plasticidad del cerebro, se pueden hacer ejercicios de gimnasia cerebral, con el fin de estimular y desarrollar las capacidades cognitivas, por medio de movimientos y respiración. Esto fomentará la conexión con las emociones y, a su vez, facilitará la asimilación del aprendizaje.
El trabajo de las emociones de los clientes
Los consumidores realizan sus compras teniendo en cuenta estos 3 niveles:
1. Razón: ¿qué problema se va a resolver?
2. Emoción: ¿cuáles son sus necesidades y cómo se van a suplir?
3. Miedo: ¿qué dolor profundo se les evitará?
Toda empresa debe basarse en estos aspectos antes de lanzar un producto o servicio al mercado, el cual debe tener un aspecto emocional, pero también funcional (al menos un 20% de carga racional), para que sea una óptima experiencia de consumo.
Si quieres saber más, escucha la entrevista a Daniel Sánchez Paz aquí y no te pierdas el próximo episodio.